Cada rincón de la ciudad emana un algo especial, enseguida te envuelve y te sientes en una burbuja. No viajas sólo a un lugar histórico, sino a un mundo mágico y distinto en muchos sentidos.
Pasear por la ciudad al mismo tiempo que saboreas un delicioso helado (de caramelo y yogur, mi favorito :-p): la Plaza del Vaticano, la Plaza de España, la Fontana di Trevi, el Coliseo...y tantos y tantos sitios que visitar...
Una paradita para saborear un delicioso plato de pasta (tortellini y risotto, mis favoritos), y de postre un tiramisú, !no hay palabras!
Un recorrido por las tiendas: comprar en Zara o H&M allí es, no sé, como diferente...y al final de la tarde un rico capuccino en una terraza en la Piazza Navona. Inolvidable.
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